¿Qué quieres que haga por ti?
¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?
(27 de octubre de 2024)
Evangelio de Marcos (10, 46-52) Link al texto.
Leer el evangelio valorando los matices es algo que siempre aporta luz a nuestra vida cristiana. Pero, a veces, hay páginas evangélicas que encierran auténticas perlas. Eso ocurre con el evangelio de este domingo.
Aparentemente, narra uno de tantos milagros de curación que reportan los evangelios. Pero en él se encierra la gran pregunta sobre la compasión: ¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI? Es algo sencillo y elemental, pero muy importante: si me pides algo que pueda hacer por ti, estoy dispuesto a hacerlo.
Es una actitud que desvela el interés y la disponibilidad hacia el otro. Y, junto con ello, la certeza de que uno no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás, porque la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad. En estos parámetros se juega la verdad de nuestra comprensión de lo humano y de lo cristiano. De ahí que una pregunta tan aparentemente sencilla tenga una importancia tan decisiva: ¿Qué puedo hacer por ti?
¿Cómo podremos ayudar a que brote en nosotros y nosotras la pregunta de la compasión?
• Acercándome al frágil: interesándome por las situaciones de precariedad, informándome sobre los lugares donde la dignidad es conculcada, tratando de entender a quien anda en necesidad, poniéndome en su lugar.
• Estando dispuestos a salir de nuestra zona de confort: no temer complicarnos la vida un poco, creer que las situaciones quien sufre nos incumben, rebajar un poco nuestra sed de exigencias y elevar un poco el de nuestra generosidad.
• Alegrarse por el bien del otro: tener controlada la envida y la ambición, gozar cuando los pobres logran salir a flote, creer que si toda la sociedad mejora yo también mejoro y nunca al revés.
Dice el Papa Francisco en la FT 70 que el mundo se divide en dos clases de personas. Los que pasan de largo ante el caído y los que se echan al hombro al herido. Estos segundos son quienes han entendido y acogido la pregunta de la compasión, los que han dicho —porque lo sentían de verdad—, ¿Qué quieres que haga por ti?
Conocimos un oncólogo que, cuando pasaba visita a los enfermos, al terminar siempre acababa con la misma pregunta: ¿Qué más puedo hacer por Ud.? Era la misma pregunta de la compasión que, en su día, hizo Jesús. Ojalá la tuviéramos muchas veces en nuestros labios dispuestos a cumplirla. Seríamos como Jesús.