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Vende lo que tienes, dáselo a los pobres.

Vende lo que tienes, dáselo a los pobres.

VENDE LO QUE TIENES, DÁSELO A LOS POBRES

(13 de octubre 2024)

Evangelio de Marcos (10, 17-30) Link al texto.

    Hay páginas del evangelio que molestan, que producen un cierto escozor. Una de ellas la que leemos este domingo. No está mal. Eso indica que entendemos bien la propuesta de Jesús. El evangelio no es para agradar, sino para iluminar la vida.

    Dice Jesús en el evangelio a aquel joven rico, nos dice a nosotros: VENDE LO QUE TIENES Y DÁSELO A LOS POBRES. Esto nos parece algo inasequible: ¿voy a vender mi casa, mi coche, mis muebles y dárselos a los pobres? El evangelio no nos puede pedir lo que, realistamente hablando, no podemos hacer. ¿Hemos, pues, de dejar de lado esta página del evangelio? No.

    Puede sernos útil si entendemos el “vender y dar” como un desplazamiento. Se trata de desplazarse hacia las pobrezas: que te interesen más las situaciones de los pobres, que te informes más, que colabores más, que te descubras haciendo cosas que no son comunes a favor de otros, que te importen los dolores ajenos. Normalmente, nos desplazamos en nuestra vida hacia el brillo, el poder y el dinero. Desplázate hacia el otro lado. Algo de eso sería el “vender y dar”.

    ¿Cómo hacerlo de manera realista y posible?
    • Nueva mirada: comienza por mirar de manera distinta a las pobrezas; ponte en su lugar: ¿cómo hubieras querido que te trataran caso de estar en una situación como la de ellos?; míralos como familia, hermanos al fin y al cabo. Si miras aviesamente, nunca los entenderás.
    • Nuevas palabras: ten cuidado de cómo hablas sobre los pobres y las situaciones de pobreza; no  hables despectivamente, desgarradamente, inconsideradamente. Recuerda muchas veces aquello que decía san Francisco de Asís: “Hablar mal de los pobres es hablar mal de Jesucristo”.
    • Nueva identidad: nosotros estamos muy orgullosos de nuestra identidad, de nuestra pertenencia a una región, a una ciudad, a un pueblo, a una patria. Hacemos de eso un coto privado. Habría que abrir esa puerta para dejar entrar a los inesperados hermanos que son los humildes, los pobres, los inmigrantes, los desplazados.

    Cuando el papa dice: “Estoy pensando en ir a Canarias” para tocar allí el doloroso problema de la inmigración irregular, muchos lo consideran como una intromisión, un meterse en camisas de once varas que no conviene. ¿Cómo pueden pensar así cristianos que participan en la eucaristía, que leen la Palabra, que tienen tradiciones cristianas? ¿De qué nos sirve nuestro cristianismo si no nos desplazamos hacia el mundo de los frágiles?

    Necesitamos pensar todo esto. Necesitamos darle a nuestra fe cristiana un realismo que la meta en la vida. Porque una fe que no toca las situaciones de la vida es una fe de salón, débil, inexistente.

    Dice un salmo: “Si escuchas la voz del Señor, no endurezcas el corazón”. Si leemos el evangelio y nos ablandamos, si no nos endurecemos, vamos bien.

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