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Yo soy el pan de la vida.

Yo soy el pan de la vida.

YO SOY EL PAN DE LA VIDA

(4 de agosto de 2024)

Evangelio de Juan (6, 24-35) Link al texto.

    Cualquier frase que tomemos del evangelio de san Juan puede servirnos para alimentar nuestra espiritualidad, no en vano han llamado desde siempre a este cuarto evangelio, el “evangelio espiritual”.

    Hemos leído una frase que sabemos de memoria. Jesús dice: YO SOY EL PAN DE LA VIDA. Muchos de nosotros pensamos en la eucaristía: comulgar es recibir el pan de la vida. Y así es.

    Pero también podría entenderse de este otro modo: los valores del evangelio son valores para enriquecer la vida. Si eres creyente de larga trayectoria, tu vida tendría que haber cambiado modificada por los valores del evangelio. Comulgar y comulgar sin notar que tu vida va copiando los valores del evangelio es una anomalía. Y, peor todavía: si, conforme van pasando los años, los valores evangélicos (la paz, el servicio, la inclusión, la generosidad, etc.) se van diluyendo, Jesús no sería pan de nuestra vida por mucho que comulgáramos.

    Por eso mismo, si queremos “medir” el vigor y la verdad de nuestra adhesión a Jesús, hay que mirar a los caminos de nuestra vida:
    • Mira a tus relaciones: porque esa es la prueba del algodón: si tus relaciones mejoran, eso es síntoma de que tu fe avanza. Si generas buena relación en tu entorno social, el evangelio va haciendo su obra.
    • Mira a tu manera de enfocar la sociedad: si no es una manera de ver la sociedad a piñón fijo, si se modifican tus planteamientos políticos de vez en cuando, si vives con un esquema social flexible, entonces puedes pensar que el evangelio va haciendo su obra.
    • Mira a tu participación comunitaria: si disfrutas viviendo tu fe en grupo, en comunidad parroquial,  si ves que el evangelio no es solo para los momentos en que estás en el templo, si participas en algo de la parroquia, si te planteas apuntarte a algún voluntariado, es síntoma de que el evangelio va haciendo su obra.

    Nuestra fe en Jesús tendría que cambiar nuestro estilo de vida. Pretender ser creyentes sin que nada de nuestra vida cambie es imposible. Porque es cosa clara que el evangelio es manera de vivir más que manera de pensar. Pasar de una fe pensada a una fe vivida: esa es la tarea de siempre.

    No nos desalentemos. Tengamos cuidado, incluso ahora en el verano, en copiar los valores de Jesús. Copiemos su generosidad, su amable compartir, su pensar en la situación de los demás, su escucha con aprecio, sus buenas palabras. Por ese camino será Jesús para nosotros verdadero “pan de vida”.

    Por ese camino.

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