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Vertió perfume sobre la cabeza de Jesús.

Vertió perfume sobre la cabeza de Jesús.

VERTIÓ PERFUME SOBRE LA CABEZA DE JESÚS

(24 de marzo de 2024)

Evangelio de Marcos (14, 1-15, 47) Link al texto.

    El Domingo de Ramos es el pórtico de la celebración de la Semana Santa y de la Pascua. El evangelio nos va introduciendo en lo más nuclear de la fe, en lo más importante.

    En la escena de la unción en Betania leemos: LA MUJER VERTIÓ PERFUME SOBRE LA CABEZA DE JESÚS.  Es una escena anticipativa: se perfuma a Jesús que será perfumado en su tumba como signo de que está destinado a la vida. Se le perfuma como a un novio, porque ese Jesús que va a morir es quien se va a desposar con nosotros. Es, en definitiva, un perfume que habla de amor. Porque no se puede comprender la entrega de Jesús sino desde el amor.

    Hemos entendido siempre a Jesús por el camino de la ideología, de la dogmática: Hijo de Dios, Salvador del Mundo, segunda persona de la Trinidad, etc. El evangelio nos dice: entiéndelo como un novio perfumado, como uno cuyo perfume enamora, como alguien que cautiva. Entiéndelo y vívelo, sin tener vergüenza, como alguien de quien puede uno enamorarse.

    ¿Cómo podremos comprender lo que significa Jesús de manera viva, vibrante, perfumada? ¿Cómo podremos vivir la Pascua enamoradamente?
    • Si sintonizamos con un Jesús que valora más el perfume que la penitencia: dice Jesús: “Cuando ayunes, perfúmate la cabeza” (Mt 6,17). A Dios le agrada más el perfume que la ceniza, la vida enamorada más que el cumplimiento estricto de las normas.
    • Si leemos la Palabra del evangelio como “palabras perfumadas”: así las denominaba san Francisco de Asís. Cuando leemos el evangelio de cada día, no solamente leemos palabras acerca de Jesús, sino también su “perfume”, su estilo de amar (“como yo os he amado”: Jn 14,34).
    • Si, como la mujer, llevamos aromas para perfumar a Jesús: aromas que no son otros que los de una vida en justicia y en amor, obras de solidaridad y amparo para con los débiles.

    En su día, el Papa Francisco decía a los sacerdotes que debían tener “olor a oveja”. La expresión es gráfica: todos debemos oler a comunidad, ése es el mejor perfume de los cristianos. Oler juntos al Jesús perfumado.  Que se huela en los cristianos los modos humanizadores y amables de Jesús, que miremos al corazón más que a la hiriente desnudez de las normas.

    Nos disponemos a celebrar la Pascua de Jesús. Hagámoslo de manera vibrante, delicada, gozosa, como quien se ve envuelto en el perfume de Jesús. Escapemos de la rutina que hace las cosas irrelevantes. Escapemos del peligro del que nos advierte el Papa: “Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua” (EG 6).

    Que el nardo carísimo del amor envuelva las celebraciones de estos días.

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