Bienaventurados los limpios de corazón
                    Siempre que, por una circunstancia u otra, leemos las bienaventuranzas nos suenan como algo nuevo. Es el sueño de Jesús que sigue anidando en muchas personas. El evangelio es un libro de sueños.
Hay bienaventuranzas que nos parecen decisivas (los pobres, hambre y sed de justicia). Otras quedan más en la penumbra. De una de esas queremos hablar: BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN. Son aquellos que, por milagroso que parezca, no albergan el mal en el corazón, no ven segundas intenciones, no piensan jamás que el otro se pueda acercar a ellos para darles la puñalada por la espalda, son capaces de hacerte un favor después haber tenido un desencuentro contigo. Gente de mirada y de corazón claros, que ha vaciado su carpeta de agravios.
Dice el evangelio que esos verán a Dios. Los rabinos decían que se ve a Dios en la faz de los grandes intérpretes de la Ley. Jesús dice que se ve a Dios en el rostro y la vida de los limpios de corazón. ¿Por qué? Porque Dios es el gran limpio de corazón, el Dios sin doblez, y quien es como él hace visible su rostro.
¿Cómo acercarse a ese ideal hermoso de una vida con el corazón limpio?
- No te canses de entregarte: y ello hasta en los detalles. No digas “nadie me lo agradece” porque te los agradece la vida que se torna cada vez más gozosa.
- No veas segundas intenciones en todo: no creas que el otro viene a engañarte, confía con sensatez. Si hace 5000 años abandonamos el canibalismo de la cerna ¿no podremos abandonar el canibalismo del corazón?
- No ocultes tus caminos: no eches niebla a tus pasos para que no te controlen, para que no sepan de tus caminos extraviados. Es más fácil tolerar la debilidad que la hipocresía. No temas mostrarte frágil.
Quizá hayas tenido la suerte de haber vivido con alguna persona de corazón limpio. Ocurre que no son gente importante sino muy sencilla. Tienen algo en la mirada y en el corazón que cautiva. Es fácil que, a veces, nos saquen de quicio porque los consideramos simples. Pero su alegría es el signo de su bondad. Si tienes cerca a una de esas personas, da gracias a Dios por ello y agradéceles aunque no sea más que con una sonrisa o una buena palabra.
Hoy recordamos a todos los limpios de corazón que en el mundo han sido. Gracias a ellos se mantiene la humanidad con vida, gracias a ellos no muere de frío el amor, gracias a ellos aún podemos decir a nuestros niños que hay que ser buenos. Son el humus de la vida, el tesoro escondido de la existencia. Por eso es tan importante esta fiesta de Todos los Santos, fiesta grande de los limpios de corazón.