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Considerarse justo y despreciar a los demás

Considerarse justo y despreciar a los demás

Por mucho que lo leamos, el evangelio siempre nos aportará luz porque lleva dentro un caudal de vida inagotable.

Como el pasaje del fariseo y el publicano está enmarcado en el templo se ha leído con frecuencia como la enseñanza de Jesús sobre dos maneras distintas de orar: la oración soberbia del fariseo y la oración humilde el publicano. El evangelio sostiene que hay dos maneras de orar (Mt 6,7): como los paganos que hablan mucho y como los seguidores de Jesús que confían mucho. Este es el pensamiento del evangelio sobre la oración.

Pero el texto de hoy va más lejos. Describe dos maneras de ser: una CONSIDERARSE JUSTO Y DESPRECIAR A LOS DEMÁS. Otra: reconocer las propias limitaciones sin despreciar a nadie.

Huelga decir que es esta segunda la que apoya el evangelio. Para entender y practicar esta manera de ser que promueve el evangelio necesitaríamos seguir trabajando una serie de actitudes que nos llevarían a no dejar espacio a la cultura delmenosprecio:

- Eres limitado: no te creas Dios, no pienses que nunca vas enfermar, no cultives la conciencia de que tú nunca te equivocas. Todos nos llevamos el canto de un duro: el santo que es otro, tú puedes serlo; el criminal que es otro, tú puedes serlo.

- Eres pecador: no tienes más que mirar el itinerario de tus días llenos de contradicciones, de caminos poco confesables, de hipocresías ocultas. Hay dentro de ti un Caín que es preciso controlar.

- Eres desentendido: porque te inhibes ante los problemas: lo de Gaza no va conmigo, lo de los inmigrantes no va conmigo, las guerras no van conmigo. ¿Estás seguro/a de que es así? ¿No son esos humanos personas como tú? ¿No son de tu misma familia humana?

Hemos de superar la cultura del menosprecio. Hemos de superar el sarcasmo, el insulto, el supremacismo, esa infantil actitud que cree que lo mío es lo único valioso y lo de los demás no merece consideración. Esa cultura llevará a algunos países (como USA) a una situación sin salida. Tomemos nosotros la parte que nos toca.

Frente a la cultura del menosprecio habríamos de construir la cultura de la comprensión y de la compasión. Es la manera de ser de quien mira al corazón de la realidad y de las personas para ver ahí reflejadas las mismas situaciones por las que uno pasa y que le hacen ser apoyo, ayuda y ánimo para quien anda en dificultad. Esto será altamente beneficioso para la fe y para la sociedad.

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