Para dar testimonio de la verdad.
PARA DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD
(24 de noviembre 2024)
Evangelio de Juan (18, 33-37) Link al texto.
El evangelio de san Juan nos brinda páginas de gran profundidad. Con un poquito de reflexión, pueden ser asequibles, nos pueden iluminar.
La lectura de este domingo último del año litúrgico, habla de la peculiar realeza de Jesús que en nada funciona como las de este mundo. En un peculiar diálogo entre Pilato y Jesús, pone en su boca la certeza de que él ha participado de la vida PARA DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD.
¿De qué verdad se trata? No de la verdad de los sabios, los filósofos, los científicos. Ni siquiera de la verdad que se atribuyen las religiones. Se trata de la verdad humana, aquella que dice que esto nuestro, tan humilde, tan menospreciado a veces, tendrá éxito, que alcanzaremos la dicha, que habrá horizonte para esta vida nuestra, que el bien terminará derrotando al mal, que las penas tiene fecha de caducidad, aunque sea lejana. Una verdad para la esperanza. Esa es la verdad de la que Jesús da testimonio.
¿Y cómo lo ha hecho? Con su vida humilde, Jesús se ha esforzado en ofrecer y proclamar esa verdad. Él no ha sido un profesor, ni un teólogo, ni uno con autoridad. Pero con su total entrega ha dado testimonio de la verdad sencilla de que lo nuestro merece la pena, aunque sea una cosa humildísima y casi insignificante en el conjunto de lo creado. Por eso ha sido fuente de esperanza para muchos; de ahí que haya iluminado el camino de quien andaba en tinieblas. Una pequeña luz en la oscuridad de lo humano esperando que llegue el amanecer: eso ha sido Jesús.
¿Cómo colaborar en esa callada y hermosa tarea? ¿Cómo dar testimonio en nuestra sociedad de la verdad de que esta vida nuestra, tan herida, tendrá futuro?
• Sé compasivo: que te conmuevan y te muevan las situaciones de los frágiles. Que haya eco y respuesta al dolor ajeno en tu comportamiento. Que te importen las lágrimas que nadie consuela.
• Sé tolerante: no insultes, no desprecies, no ridiculices, no inventes bulos. Trata de hacer con todos una convivencia grata. Siembra buen humor en tu entorno. Siembra alegría.
• Sé espiritual: cultiva tu interioridad, ama la belleza sencilla, aprende a disfrutar con poco. Reza con confianza. Ten algún rato de silencio. No estés todo el día colgado del teléfono. Lee.
Este testimonio podemos darlo cualquiera de nosotros en nuestra vida diaria. No se trata de hacer cosas notables, sino de tener un corazón lleno de humanidad. Cuando al final del día puedas responder positivamente a esta pregunta ¿he sido hoy humano?, habrás dado testimonio de la misma verdad de Jesús. Si los planteamientos humanos han quedado lejos, tienes que reiniciar el trabajo.
Este domingo acaba el año litúrgico. Buen momento para preguntarte si el evangelio va haciendo su obra en tu vida. Mira el termómetro de lo humano: ¿eres más humano que el año pasado? El evangelio actúa. ¿No lo has sido suficientemente? Tienes por delante otro año para intentarlo. No lo desaproveches.