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Algunos vacilaban.

Algunos vacilaban.

ALGUNOS VACILABAN

(26 de mayo 2024)

Evangelio de Mateo (28, 16-20) Link al texto.

    Puede parecer algo tangencial en esta fiesta de la Trinidad, pero queremos subrayar un detalle que puede nutrir nuestra fe durante estos días: dice el texto que, al hacerse presente Jesús en el monte de Galilea ante sus discípulos, SE POSTRARON, PERO ALGUNOS VACILABAN.

    La fe en general y en particular la fe en la resurrección están amasadas en la duda. La duda siempre acompaña al que cree. Y si no está presente, malo: una fe sin fisuras, sin el temblor de la duda, es una fe peligrosa, amenazada de fanatismo. La “sana doctrina”, a la que apelan los más conservadores, puede ser un sistema de creencias compacto alejado del evangelio.

    Cualquiera de nosotros sentimos la duda en las cuestiones de la fe. Porque «Tenemos la inestimable memoria de Jesús, la presencia activa de su espíritu, la compañía de una gran iglesia de hermanas y hermanos, pero ello no nos exime de la duda, la búsqueda, el diálogo. Somos caminantes» (J. Arregi). Seguir creyendo a pesar de los asaltos de las dudas es síntoma de una fe de calidad. No hay que temer a las dudas, sino al desaliento y al miedo.

    ¿Cómo seguir siendo cristianos a pesar de que, a veces, nos acompañen las dudas?
    • Dudar no es signo de una fe débil: los grandes creyentes, el mismo Jesús, se han visto asaltados por las dudas. A veces el camino se oscurece y el sol deja de brillar. Es la hora de la dificultad. Seguir adherido a Jesús muestra la verdad del que cree.
    • Dudar nos lleva a creer con humildad: porque, como lo muestra aquella parábola del fariseo y el publicano, el orgullo se puede colar en el corazón del creyente. Y donde hay orgullo no hay cercanía a Jesús.
    • Dudar nos empuja a confiar en Jesús: a decirle que creemos, pero que aumente nuestra fe, a pedirle que nos dé aquella fe pequeña como grano de mostaza, pero capaz que trasladar montañas, la montaña de que nuestros días nunca estén alejados de Jesús.

    Atribuyen a Santo Tomás de Aquino aquella frase de: “Temo al hombre de un solo libro” porque quien se aferra a una sola perspectiva de vida puede que sea un iluminado, un fundamentalista. Lo mismo se podría decir de los cristianos: "Temo al creyente que nunca duda",  porque puede que su fe sea rutinaria o falsamente sólida, cuando no opresora. Dudar un poco es, en la vida y en la fe, algo saludable.

    Pero, por otra parte, el Papa Francisco nos hace una advertencia que hemos de considerar. Dice en EG 129: “Si dejamos que las dudas y temores sofoquen toda audacia, es posible que, en lugar de ser creativos, simplemente nos quedemos cómodos y no provoquemos avance alguno y, en ese caso, no seremos partícipes de procesos históricos con nuestra cooperación, sino simplemente espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”.

    No vale tampoco instalarse en la duda. Si queremos elegir la vida habrá que decidirse a actuar, a seguir adelante. Con el ánimo de Jesús.

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