Vio la losa quitada (Domingo de resurrección)

Dicen los expertos que el relato de san Juan de este domingo contiene el primer anuncio de la resurrección. Ese anuncio tiene que ver con la losa del sepulcro. Por eso se dice que María la Magdalena VIO LA LOSA QUITADA. Y así es: la resurrección tiene que ver con quitar losas.
Las losas que cubrían los enterramientos judíos excavados en la roca, como aún se nos muestran hoy en día, eran enormes piedras redondas que, para ser quitadas, se necesitaba la fuerza de varias personas. Eso hacía que los sepulcros fueran espacios protegidos contra expolios y profanaciones.
Pero el evangelio otorga un significado simbólico a la losa: la resurrección de Jesús es que la losa de la pobreza, la ignorancia, la enfermedad, la muerte, ha sido removida. Ya nada es igual después de la resurrección por más que el caudal de las lágrimas siga brotando. Quienes creemos en la resurrección celebramos que hay un antes y un después de ella. Todo tiene otro sentido, todo tiene otra esperanza.
Pero esta certeza se construye quitando la losa del sepulcro de Jesús y quitando las losas de nuestra vida. Vivir como un resucitado es vivir quitando losas. ¿Qué losas habríamos de quitar hoy?
La losa que impide la integración: por eso hay que empujar la ILP para la regularización de más de 400.000 extranjeros que llevan años viviendo en España. Una losa que, si se quitase, sería un enorme beneficio para el país.
La losa que castiga a quienes ya han sido castigados: los familiares de los presos que están lejos de su origen o no tienen transporte público para acercarse a la prisión. Losa sobre losa.
La losa del hambre que impide el desarrollo de los niños: casi medio millón de niños sufren desnutrición en España. Dura losa incomprensible en estos tiempos.
Son losas de hoy, de esta misma Pascua. Y la Pascua no es todavía Pascua mientras haya personas que soportan estas y otras losas. Una Pascua con losas sin remover es, todavía, una Pascua imperfecta. No es el domingo de Pascua un día de simple recuerdo del triunfo de Jesús. Es también un día de reivindicación y de compromiso con todo aquello que contribuya a la desaparición de toda losa.
Para los cristianos la Pascua es tiempo de gozo, Pascua florida. Y mientras el gozo y la alegría no sean comunes todavía la Pascua es imperfecta. Cuando el sufrimiento haya sido desterrado, el rostro del resucitado brillará en todo su esplendor. Que llegue ese día depende, en parte, de nosotros.