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Perdón generoso y rápido.

Perdón generoso y rápido.

PERDÓN GENEROSO Y RÁPIDO

(17 de setiembre de 2023)

    Hay páginas del evangelio que no necesitan ser explicadas; se entienden por sí solas. Una de ellas, esta parábola de Jesús sobre el tema del perdón. Un asunto sobre el que siempre estamos dando vueltas.

    La gran pregunta que se hace la parábola y que nosotros nos hacemos es esta: ¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE PERDONAR? No se pregunta cómo hay que perdonar, qué mirada he de tener sobre el otro para perdonarle, qué límites tiene el perdón entre los humanos, etc. No. Solo cuántas veces.

    ¿Ha contado Jesús las veces que ha perdonado? ¿Lleva un registro con el nombre y apellido de los perdonados? ¿Si caen otra vez, quedan excluidos porque ya se les perdonó antes? Son cuestiones absurdas. Jesús perdona y punto. Por eso la respuesta a la pregunta de cuántas veces se dice rápidamente: siempre. Pero la cuestión verdadera es cómo hay que perdonar, cómo perdona un seguidor/a de Jesús. Y la respuesta es: con un perdón generoso y rápido.

    • Un perdón generoso: “Te perdoné una gran deuda”: diez mil talentos era una cifra astronómica: unos cien millones de euros (¡cómo alguien podía acumular semejante deuda!) La parábola exagera para que se vea que lo importante no es perdonar muchas veces, sino estar dispuesto a perdonar todo. Frente a esa enorme cantidad, los cien denarios no son más que unos diez mil euros, una modesta suma. Quien no es capaz de ser generoso en el perdón, no tiende al Dios que perdona y así desvela su corazón increyente e inhumano. Capaces de grandes perdones, así deberían ser los cristianos. Y quizá habría que comenzar por perdones cotidianos.

    • Un perdón rápido: “Se compadeció y le dejó marchar”: sin más trámite, enseguida. Un perdón que no se demora, que no acumula garantías para ser otorgado, que apunta el corazón del otro y lo reconoce como humano y por ello no mira con cuentagotas el perdón que otorga.
La carta a los Efesios da un consejo muy práctico para vivir el perdón: “Que la puesta del sol no te sorprenda sin perdonar”. Es decir: perdona cuanto puedas, con generosidad, y rápidamente. Porque los agravios guardados, aunque sean pequeños, se vuelven, con el tiempo, imposibles de superar. No te acuestes sin haber cumplido la tarea de perdonar.

    Cuenta un escritor (André Gide) una bella ficción bíblica: en la casa del hijo pródigo, además del mayor, había un hermano menor que asediaba al pródigo para que le contara las cosas que había vivido. El padre veía aquello y el pródigo le espetó un día: “Padre, qué harías si este hijo se te marchara como lo hice yo”. Y el padre respondió: “Le esperaría y le perdonaría como te esperé y te perdoné a ti”.

    Que nos conmueva el perdón de Dios y que nos mueva a ser generosos y rápidos en el perdón al otro.

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