Este no ha hecho nada malo
Cuando leemos el evangelio con frecuencia podemos caer en la rutina. Pero también la lectura asidua nos ayuda a generar certezas. Por eso, sorteando la rutina, queremos leer con novedad y frecuentemente el evangelio. No nos cansemos.
Dice el texto evangélico de este domingo y puesto en boca de uno de los crucificados que ESTE NO HA HECHO NADA MALO. Jesús, como dice Hech 10,37, pasó haciendo el bien, fue un “Maestro bueno” (Mc 10,17). Por eso mismo, podríamos definirlo como un rey bueno.
Ser un rey bueno, bien lo vemos, no es fácil porque a nadie le resulta fácil ser bueno. Llevamos dentro un enemigo que hay que controlar, reorientar, trabajar. Ser bueno pude parecer poca cosa pero es un ideal divino porque, sencillamente, el Dios de Jesús es un Dios bueno (Mc 10,18).
Por eso, el extraño reino de Jesús es el de un Jesús bueno, del personas buenas, el de quienes alimentan el caudal de bondad que sostiene el mundo. ¿Cómo pertenecer a ese reino de bondad que es el de Jesús? ¿Cómo cultivar una espiritualidad del bien?
- Cree en el bien: porque creer en el bien exige una fe más fuerte que la que tenemos para creer en Dios. No descreas del bien. Piensa que todos podemos ser del colectivo de los bondadosos, los que hacen vivible esta vida.
- Contribuye al bien: aunque sea un poco. Hoy mismo puede ser bueno. Nadie te lo va a impedir; muchos te lo van a agradecer. Cualquier contribución es valiosa, por pequeña que sea.
- Sueña el bien pleno: sé de los que creen que vamos a mejor; no siembre pesimismo ni desafección; contagia amabilidad, optimismo y ánimo. No seas un cristiano amargado, de cuaresma permanente.
A veces nos convendría medir el vigor de nuestra fe no por parámetros religiosos (la oración, el amor a la eucaristía, etc.), cosa que está muy bien, sino por parámetros antropológicos: sirves al otro, eres seguidor/a de Jesús; te relacionas bien, eres seguidor/a; crece en ti la bondad, eres seguidor/a; Si ves que, con los años, tu bondad no crece y cada vez te apuntas más al lado oscuro de las cosas, es señal de que el evangelio no está haciendo su obra. Hay que trabajar.
Por suerte, son legión el número de personas buenas que sostienen el mundo. Porque para ser bueno no hace falta ninguna cualificación especial, ningún título universitario. Es cuestión de corazón, de dejar salir afuera la luz y el amor que Dios mismo ha sembrado en cada creatura. Tenemos por ideal a una persona de bondad. Renovemos hoy nuestra fe en la bondad y nuestra colaboración en la construcción de una vida bondadosa.