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Reflexión 3º domingo de Pascua

Reflexión 3º domingo de Pascua

CREEMOS EN TUS LLAGAS QUE CURAN
domingo 16 de abril 2023

Nos preside en esta Pascua el lema hermoso: JESÚS, CREEMOS EN TU VIDA. Nos adherimos y damos fe a todos los pasos de la vida y muerte de Jesús. Por su vida nos viene a nosotros la vida.


Más que de la incredulidad de Tomás, el evangelio de este domingo nos habla de las llagas de Jesús. Parece que a los primeros cristianos les costaba sacar a relucir aquello que fue una derrota, un desastre, una terrible humillación. Pero los evangelios se empeñan en decirnos: mira las llagas de Jesús, tócalas, te sana un herido.

Lo dice porque quiere hacernos comprender algo similar: tú, aunque te sientas herido, llagado, limitado, puedes tocar las llagas de los demás para curarlas. Y si lo haces así, está viviendo ya como el Resucitado.

¿Qué llagas de Jesús nos han curado?
    • La llaga de su sed y su hambre: porque pidió agua a una samaritana y arrancó espigas para comerse los granos, ya que no había mucho para comer. Nos vino a decir con ello que podíamos sanar a quien lo pasa peor si nosotros controlamos nuestro consumo y somos generosos.
    • La llaga de su soledad: porque, aunque dijo que nunca se sentía solo porque el Padre estaba con él, lo cierto es que tuvo que aguantar la llaga de la soledad y del abandono. Quizá se nos quiera decir que nosotros, que muchas veces nos sentimos solos, podemos acompañar las soledades duras de otros.
    • La llaga de sus lágrimas: porque no tuvo reparo en llorar delante de todos, por la pérdida de sus amigos o por la contumacia del rechazo que sufrió. Nos dijo con ello que, aunque nosotros lloremos, podemos enjugar lágrimas ajenas y hacer más llevadero el desconsuelo.
    • Las llagas de la cruz: estas, sobre todo, nos sanaron porque con ellas vino a decirnos que las entregas tienen un valor en sí mismas y que nunca nos hemos de cansarnos de servir al débil.

Sí, sus llagas nos curan y nosotros, aunque llagados, podemos curar a quien tiene necesidad. Estos días de Semana Santa hemos escuchado la famosa saeta de Machado, donde se dice que “no se quiere cantar al Jesús del madero sino al que anduvo en la mar”. Nosotros cantamos a los dos: al Cristo de la mar, glorioso y bello. Y al Cristo del madero, glorioso también desde su debilidad.

Creer en el triunfo humilde de Jesús se traduce en tocar las llagas para curarlas. Ese es camino de resurrección. Que lo sea para nosotros en esta Pascua.

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