Yo debía estar en las cosas del padre.
YO DEBÍA ESTAR EN LAS COSAS DE MI PADRE
(29 de diciembre de 2024)
Evangelio de Lucas (2, 41-52) Link al texto
Leer la Palabra con una cierta profundidad demanda leerla con detención, no como una mera historieta. Esto es lo que pasa este domingo: la escena del niño perdido y hallado en el templo nos resulta simpática porque termina bien y el niño es reintegrado a la familia. Esto le sirve a la catequesis para hablar de los valores de la familia, aunque aquí no se presenta particularmente diligente. Quizá las cosas van por otro lado.
Pone el autor en boca de Jesús una frase que parece un tanto hiriente: YO DEBÍA ESTAR EN LAS COSAS DE MI PADRE. ¿Qué son “las cosas de mi Padre”? Leyendo el conjunto del evangelio, el asunto queda meridianamente claro: que el pobre sea dichoso, que las lágrimas sean atendidas, que la justicia dé un paso al frente y la muerte uno atrás, que el perdón venza a la venganza y que la compasión sea lo primero, etc. Que los valores evangélicos, en suma, vayan adelante. De eso se ocupa Jesús porque esas son “las cosas del Padre”.
Diríamos nosotros que hoy se ocupan de esas cosas del Padre:
• Los jóvenes que van en riadas a Valencia a echar una mano y todo aquel de nosotros que echa una mano desde aquí.
• Los hermanos maristas que se quedan en el Líbano a riesgo de sus vidas.
• Los jóvenes que cualquier domingo por la tarde trabajan con adolescentes en tiempo libre.
No lo dudemos. Esos están las cosas del Padre, las cosas por las que Jesús se ha entregado. ¿Cómo podríamos nosotros sumarnos a esa corriente de las cosas del Padre?
• Sensibilicémonos: que nos importen las situaciones de quien está mal, que no nos sean indiferentes las guerras y las desgracias ajenas, que las suframos de alguna manera. ¿Podemos poner remedio sin sufrirlas?
• Informémonos: leamos algún artículo sobre Gaza, el Líbano, Siria, Ucrania, etc. Saber más nos acerca más.
• Impliquémonos: no nos refugiemos en nuestro bienestar, salgamos un poco de la zona de confort, tomemos pequeñas decisiones a favor del otro.
Dice el Papa Francisco una frase luminosa en su última encíclica: «Si nos alejamos de la comunidad humana, también nos iremos alejando de Jesús. Si la olvidamos y no nos preocupamos por ella, nuestra amistad con Jesús se irá enfriando. Nunca se debería olvidar este secreto. El amor a los hermanos de la propia comunidad humana es como un combustible que alimenta nuestra relación de amigos con Jesús. Los actos de amor a los hermanos pueden ser el mejor o, a veces, el único modo posible de expresar ante los demás el amor de Jesucristo» DN 212).
Estamos en Navidad. Que sea fiesta de alegría, pero que hagamos en ella un sitio, siquiera pequeño, a las situaciones de quienes andan mal. ¿No es la encarnación una noticia buena para los más frágiles? ¿No son esas “las cosas del Padre”?