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Todo lo ha hecho bien.

Todo lo ha hecho bien.

TODO LO HA HECHO BIEN

(8 de setiembre 2024)

Evangelio de san Marcos (7, 31-37) Link al texto.

    Hay expresiones evangélicas que, en pocas palabras, consiguen decirnos lo esencial de Jesús. Una de ellas es la que acabamos de escuchar: «La gente decía asombrada: TODO LO HA HECHO BIEN».

    Los modestos signos del evangelio han sido hechos siempre a favor de los frágiles. Esa generosidad con los excluidos es la que hace decir a la gente que Jesús ha hecho todo bien porque ha hecho todo con amor. La bondad con que ha hecho las cosas es su gran aval. Ha puesto rostro y perfil a la bondad de Dios.

    Cuando los primeros cristianos le recuerden dirán: «Pasó haciendo el bien» (Hech 10,38).
Esta ha sido su manera de ser Mesías: hacer el bien, poner en clave humana lo que el Dios bueno hace con la historia: amarla y servirla. Ha sido su manera de mostrarnos al Dios en quien cree y cuyo perfil resulta novedoso para nosotros.
De ahí deducimos que ser seguidor y seguidora es intentar hacer las cosas lo mejor posible. Para ello:
    • No tolerar hacer nada defectuoso: en lo que esté en nuestra mano y de lo que seamos conscientes. Por humilde que sea lo que hagamos, intentemos hacerlo bien. Lo bien hecho tiene un aire distinto.
    • Buscar el bien del otro con denuedo: sin desaliento, incluso aunque creamos que el otro no lo merece. No nos cansemos de hacer el bien, no tiremos nunca la toalla.
    • Usar correctamente los bienes comunes: porque el bien común es, por definición, un bien necesario y amplio. No despilfarremos los recursos públicos. Cuidemos hasta el detalle lo que es de todos.
    • Valorar los bienes espirituales: porque no son bienes solamente los económicos. También son bienes la alegría, el disfrute, la oración, la fe, etc. Sin ellos la vida sería insoportable.

    Por todo esto, hacer el bien no es solamente una actitud ética. Es así mismo un comportamiento evangélico. De donde se deduce que si haces el bien eres seguidor de Jesús y que si no lo haces no te puedes alinear con la espiritualidad evangélica. De los cristianos habría que decir: son gente que hace bien. Por más que estemos lejos de ese ideal, no hay que borrarlo del horizonte de la vida cristiana. Sería empobrecerla al máximo.

    No creamos que somos los únicos que tenemos estos anhelos. La gente que hace el bien es numerosa, más que quienes hacen el mal. Por eso, hacer el bien es sumergirse en una corriente que atraviesa el subsuelo de la vida. Dice una leyenda judía que el mundo está sostenido por 30 personas que hacen el bien. A veces ellas no saben que lo son.

    Demos gracias a quienes hacen el bien y apuntémonos a esa hermosa tarea de humanidad. Hacer el bien tendría que ser nuestra manera de creer.

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